Dos añadas generosas seguidas… Un caso casi imposible, dirían los veteranos, y sin embargo: el “milagro” acaba de ocurrir. Después de un año 2022 con rendimientos excepcionales, el 2023 volverá a llenar las bodegas de Borgoña.
Aunque la asociación interprofesional aún no ha comunicado cifras oficiales, es sabido que los rendimientos del año se acercarán a sus máximos. Este verano bastaba caminar entre los viñedos para comprobarlo: racimos tan numerosos como voluminosos cubrían las vides, obligando incluso a algunos viticultores a practicar la vendimia en verde, es decir, cortar las uvas antes de que estén maduras, para regular el rendimiento. .
Año sin desastre
Dos factores principales explican esta suerte. Por un lado, cantidades importantes de flores en primavera, todas las cuales formaron frutos. Por el otro, la ausencia de grandes peligros climáticos este año. Sin heladas y casi sin granizo, excepto en algunos pueblos como Meursault o Mâconnais. Por último, se producen picos de calor, pero con daños relativamente limitados gracias a las lluvias tormentosas periódicas. Así, la cosecha ha “llegado al final”. Una oportunidad que no todos los viñedos tuvieron este año. Citemos el suroeste víctima de los estragos del mildiu, o el Languedoc-Rosellón, afectado por la sequía.
Estilos muy dispares
En cuanto a la calidad, las noticias también son buenas. Si 2022 destacó por la vertiente solar y gourmet de sus vinos, para 2023 las cosas parecen un poco más complejas. Las grandes diferencias de precipitaciones a lo largo del año hicieron que los vencimientos fueran muy diferentes de unas parcelas a otras. Así, encontraremos tipos de vinos bastante frescos y otros más ricos dentro del mismo pueblo. Una disparidad que revelará más que nunca las particularidades de los terruños. Incluso si el estilo del año seguirá siendo, en promedio, el de una cosecha caliente. Para saber más, ¡responda en la copa al final de la vinificación!